sábado, 9 de julio de 2011

Margarita Posada - Sin Titulo [1977]


 
Después de leer este libro empecé  a buscar información en internet sobre Margarita Posada encontrándome con unas fotos bastante sensuales de ella, la verdad es que esta información sale en los primeros resultados de google por lo que no era mi intención referirla en esta entrada, pero en acato del mero interés en que usted amable lector ocasional (ya que no tengo seguidores) aumente su permanencia en este blog tal vez en detrimento de su tiempo y en aumento de las estadísticas (hasta se animen en comentar) voy a mencionar entre muchas cosas que Margarita Posada escritora colombiana, estudio periodismo en la Universidad de la Sabana, fue asesora de la secretaría privada de la Presidencia de la República durante la presidencia de Pastrana, trabajo en la revista SoHo escribiendo en la columna de sexo bajo el seudónimo de "conchita" este es su segundo libro y muchas cosas más que pueden encontrar en una búsqueda rápida, ahora podemos pasar al libro en cuestión. 

En este libro Margarita Posada nos adentra en el discurrir de una familia disfuncional, algo que no es extraño para  la gran mayoría de nosotros. Magdalena es una mujer cuya vida transcurre en un sin fin de molestas discusiones y  desencuentros con su padre, el cual se encuentra a su cuidado pues no goza buena de salud, la convivencia entre los dos se hace casi que insoportable y cada situación se convierte en motivo de discusión, pero antes de que las cosas fueran así, para Magdalena su padre había sido su mas grande adoración, entonces ¿como fue que las cosas llegaron a este punto? Los encargados de dar la respuesta a esta pregunta son las distintas voces de los personajes, quienes van conduciendo al lector por este rompecabezas, en especial la de Juan Fernando hermano de Magdalena quien resulta fundamental para entender los hechos que llevaron a la situación en que se encuentran.

A pesar de la cantidad de sentimientos desatados como la frustración, rabia y temor al conocer el lado oscuro de las personas que creía conocer al final parece que no son suficientes como para romper los lasos que los unen, creo que en ello hay algo tierno y fraternal que de alguna forma nos ayuda en la poco frecuente labor de ponernos en el lugar del otro así sea por unos breves momentos.  

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