viernes, 2 de septiembre de 2011

Evasiones mortales y otros encuentros

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No solo en este país si no en cualquier parte del mundo cualquier simpatía, militancia o hasta las circunstancias en que uno nace lo hacen acreedor de una horda de personas que querrán erradicarlo a uno, eso sin contar los accidentes a los que uno está expuesto, aun así con esta cantidad de factores en contra no la hemos ingeniado para vivir, sobre poblar el planeta y hacerle la vida imposible  a las otras especies y a nosotros mismos, historias de encuentros con la muerte hay a granel en discusiones con amigos en noches de copas que aflojan la legua y también la imaginación adornando las historias con cientos de florituras y toda clase de recursos expresivos para darle la suficiente fuerza narrativa como para captar la atención del espectador y de este modo lograr que aquel  fin de semana no se convierta en un simple día mas como cualquier otro, o para llamar la atención de una chica.
 

Seguramente mi vida ha estado en riesgo pero no me he dado cuenta, de forma consiente tengo presente una vez en que los escombros de una construcción por poco me caen en la cabeza, de haber dado en el blanco (por no decir en el negro) con seguridad habría muerto y la más peligrosa que he tenido hasta ahora fue el estar en presencia de ese alguien que tiene la capacidad de pasar como la viva imagen de uno, pero que en verdad es otro, quienes hayan leído alguna historia sobre este tema podrá entender lo peligrosos que puede resultar este tipo de encuentros, en aquella época de colegio en que era considerado por muchos como una plaga o como se suele decir en el ejercito una “lepra” desconocía por completo al igual que el otro cualquier referente a este tipo de encuentros y sus funestas consecuencias, al verlo lo único que me paso por la cabeza fue estar lo más lejos posible de aquella anomalía y a lo mejor él estaría pensando en algo parecido, pues nunca intento acercarse a mí, afortunadamente tanto el uno como el otro reconocíamos el hecho de que nuestra presencia obedecía a una anomalía por tanto no podríamos vernos de otra forma que no fuera con una profunda repulsión del uno para con el otro, claro está que los demás compañeros de clase que nos querían ver juntos como si fuésemos fenómenos de circo no entendían nada de lo que estaba pasando, hasta yo mismo no entendía nada, pero lo único que tenía claro era que necesitaba estar alejado lo mas que pudiera de aquel sujeto y estoy seguro que para el aplicaba lo mismo, tal vez por eso desapareció de la misma forma en que llego y hasta el sol de hoy no lo he vuelto a ver afortunadamente. Y así termina esta deslucida historia llena de tintes anecdóticos.

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